Composta
Esa “intensidad” del querer entender
Una constante en la obra de Enrique Garnica, es sin duda, la de “hablar gráficamente” de su fuero interno, de su intento de abrir la caja de pandora, tan común en todos, pero excepcional en cada uno. Es aquí donde al hablar de sí mismo, cita y se relaciona con los demás.
Su participación como productor gráfico-plástico del software, es acertada, ya que la crisis de nuestro tiempo (con un antepasado inmediato, como lo fue el mecanicismo del siglo XIX) se manifiesta como una lucha entre un nuevo y mas amplio sentido de lo universal, que al evolucionar determina cierto predominio de las doctrinas irracionalistas, como diría Jorge Romero Brest, en simbolismo de lo irracional; “éstas son las que parecen predominar, tanto en el aspecto psicológico (psicoanálisis), como en el metafísico (existencialismo) y probablemente predominen de pleno derecho en las próximas décadas...” Fuerzas telúricas de lo íntimo, que permitirán un nuevo equilibrio y desemboquemos en el racionalismo otra vez.
Es en éste siglo XX, periodo de grandes cambios científico-culturales, ideológicos y artísticos, donde se gesta un racionalismo (sensibilidad no puramente Kantiana de la percepción del objeto) propio del desarrollo de la ciencia y el saber (gnoseología) en que entra la producción de Garnica, aprovecha éstas nuevas alternativas de comunicación como son la tv., el software y la obra gráfica del grabado. Medios de expresión y comunicación que no difieren cualitativamente mas que lo cuantitativo. Por un lado la impresión láser como parte de su creación compositiva del formato, por otro, crea imágenes con connotaciones simbólicas, retoma los objetos (como icono en algunas, como signos o símbolos en otras) que Kasimir Malevitzh (1913) destierra con el suprematismo ruso, crea relaciones con los significantes de los objetos representados, sensibiliza al espectador a través de la reflexión y el análisis, invita, motiva, forza al observador al trabajo cerebral, el cual gracias al grado de conocimiento cultural y personal, descifrará e iluminará su comprensión sobre el mensaje de las obras de Garnica.
De esa “intensidad” del querer entender, Enrique crea un puente, entre él y el espectador, entre su obra y el observador, entre el proceso del pensamiento y el propio ser, saca de esa caja del subconsciente freudiano todo lo reprimido y del inconsciente expuesto por Jung, todo el potencial que no expresamos, ya sea por la misma culturización o los parámetros del arte mismo
Es en ésta alternativa (no nueva, sino como una clara evolución de su búsqueda en la producción plástica) que nos muestra una clara visión del aprovechamiento de su oficio (impresor), de los canales que ofrecen los actuales medios modernos de comunicación, de las nuevas herramientas y que por ende crean nuevas técnica de representación y expresión, que Enrique Garnica, que como parte de ese puntual de un gran iceberg de artistas de “época de cambio”, ofrecen una nueva visión de como hacer arte.
Vikthor Shak