Impronta 666

Que murmure la gente

La sangre como una costra seca

cicatriza entre cuerpos postrados,

anticipa la caída que traerá el deseo.

Con el paso del tiempo y pese al afán por explorar diferentes medios y técnicas, una de las características que nos permiten determinar la evolución y madurez de un artista es una estética propia, expresada a través de elementos, trazos y formas de una personalísima elección y manipulación. Así se podrá delinear, entrever, la personalidad del creador.

Enrique Garnica tiene clara la senda de la síntesis. Alimenta su interés por relacionarse con iconografías procedentes de épocas y culturas diversas. En sus obras se reúnen frisos y murales prehispánicos, dibujos orientales, placas renacentistas y medievales con un figuración de corte primigenio y que incluso en un guiño, alude a ciertas ilustraciones de seres extraterrestres.

En cada serie hay elementos reconocibles, unas veces evidentes en la figuración (tendencia muy evolucionada en Garnica) y otras en las texturas, retículas y sistemas trigonométricos. Esta vez ha elegido seguir bordando sobre ciertas obsesiones: la muerte, el deseo sexual, el escarnio a la moral conservadora y el pecado. Abreva de la condición humana y sabe hacer de ella su metafísica.

Juan Carlos Hidalgo